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Columna de Romina Roman

¿Crisis de fin de sexenio?

Romina Román 26 de julio de 2022


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GETTY IMAGES

El deterioro de las finanzas públicas, el nulo crecimiento económico y la falta de condiciones para que la inversión privada fluya empezaron a preocupar a los analistas, quienes ya prevén una crisis de fin de sexenio.

Nos dicen que esa misma inquietud la comparten algunos altos funcionarios del gobierno federal, quienes al hacer sus números muy en privado, las cuentas no les salen nada bien.

Uno de los grandes problemas de la actual administración es que continuarán con programas sociales que ejercen una presión sobre las finanzas públicas y que se otorgan de manera indiscriminada, por ejemplo, el de Jóvenes Construyendo el Futuro que no generó los resultados que se esperaban y el de Sembrando Vida, que se promovió hasta en Estados Unidos sin despertar mayor interés.

A los especialistas les preocupa que ante la sequía financiera en la que entró el país no se percibe un cambio de rumbo para buscar más ingresos vía la inversión productiva. Por lo pronto, los excedentes petroleros se los comió el subsidio al precio de la gasolina, con lo que en el 2024 el país podría tener unas finanzas técnicamente quebradas.

Nos aseguran que es primordial que el gobierno busque los mecanismos necesarios para reducir y atenuar el endeudamiento. Cuando no hay crecimiento económico, no hay forma de aumentar los ingresos públicos y este mínimo dinamismo económico se debe a que no se diseñó un programa de reactivación durante y después de la pandemia.

En unas semanas más la Secretaría de Hacienda entregará el Paquete Económico para 2023 en el que se espera un presupuesto similar al de 2022 y que ascendió a 7 billones de pesos.

Los más enterados anticipan que será un presupuesto lineal que deberá considerar la creciente inflación y dejará a un lado a la inversión productiva para continuar privilegiando a los programas sociales, incluso podrían ampliarse conforme se acerquen las elecciones de 2024.

Los analistas pronostican que el crecimiento económico para el 2023, en el mejor de los casos será de 2%, ya que las decisiones de la actual administración tienen un efecto adverso en el ánimo del sector privado, lo que necesariamente afectará a la inversión.

La propuesta de reforma eléctrica y las iniciativas para modificar la Ley de Banco de México también afectaron la confianza de los empresarios, por lo que la inversión continuará “deprimida” y se mantendrá en los niveles actuales de 17% por lo menos en los siguientes dos a tres años.

A todo ello se suma el recorte presupuestal en sectores clave de la economía que afectaron por ejemplo a los productores del campo, así como a la comercialización de alimentos de primera necesidad como el trigo, arroz y el maíz.

Pero eso no es todo, hay una creciente preocupación por el permanente apoyo financiero a Pemex, una empresa que no logra salir a flote a pesar de todos los apoyos y que por el contrario, registra un deterioro que va en caída libre.

Así las cosas…

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