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Columna de Romina Roman

Poco viable, plan de rescate a Pemex

SDYA 12 de agosto de 2025


Background

El plan de rescate para Pemex es en extremo optimista y poco fundamentado en la realidad de la empresa: desde hace décadas, se le considera un paciente en terapia intensiva y por momentos, desahuciado.

El plan de rescate para Pemex es en extremo optimista y poco fundamentado en la realidad de la empresa. Desde hace décadas, Petróleos Mexicanos se considera un paciente en terapia intensiva y por momentos, desahuciado.

Los que más saben del tema aseguran que no es la primera vez que se presenta un plan de rescate a Pemex. Dentro del gobierno hay expectativas desbordadas respecto a su futuro financiero, pese a que su deuda sólo con proveedores asciende a 430 mil millones de pesos, su producción continúa en picada, varias de sus refinerías cuentan con tecnología obsoleta, así como una burocracia obesa de casi 130 mil empleados con un pasivo laboral enorme.

Si bien es cierto que hay planteamientos novedosos como la inyección de recursos por parte de la Secretaría de Hacienda para cubrir los vencimientos de los próximos 18 meses, que por cierto ascienden a la nada despreciable cantidad de 30 mil millones de dólares, aún no se aterrizan los tiempos y las formas. Lo mismo ocurre con la participación del sector privado a través de un modelo contractual del que poco se conoce.

El pasado 5 de agosto el gobierno anunció el Plan Estratégico de Pemex 2025-2035 con el objetivo de dar viabilidad financiera a la empresa y eliminar su dependencia de la Secretaría de Hacienda a partir de 2027.

El programa se compone de dos ejes –uno financiero y otro operativo– que incorporan cambios en los mecanismos para financiar los nuevos proyectos de la empresa con inversión pública y privada, así como ajustes en la naturaleza de las nuevas iniciativas.

En principio prevén lanzar un nuevo fondo para financiar proyectos de inversión por 250 mil millones de pesos para apoyar esquemas mixtos con participación de privados, así como avanzar en los pagos a proveedores y contratistas.

Los proyectos deberán contar con estimaciones de rentabilidad que permitan al fondo recuperar sus recursos; éste contará con una garantía de la Secretaría de Hacienda, mientras que la banca de desarrollo aportará la mitad del capital y el resto provendrá de la banca comercial. En el futuro se planea recurrir al público inversionista para aumentar el dinero de este mecanismo.

En 2025 Pemex alcanzó un presupuesto de inversión por 211 mil millones de pesos, de los cuales al cierre del segundo trimestre ya se había devengado el 68%. 

Los especialistas aseguran que el plan es optimista pero la gran interrogante es si se podrá aplicar y si funcionará para mejorar las finanzas de la empresa, porque a diferencia del 2013, el planteamiento de sus modelos contractuales está muy por debajo de programas anteriores.

Pero hay un punto relevante: el reconocimiento tácito de que se requiere la inversión de privados. Y si bien es cierto que desde el punto de vista político el gobierno quiere cambiar de brújula respecto a lo que se hizo en el sexenio del expresidente Andrés Manuel López Obrador –sin mover la narrativa– sí hay intención de tomar decisiones… porque el tiempo se acaba para Pemex.

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